lunes, 10 de octubre de 2011

Día 12: Taganga

Taganga tiene como tres playas (que conozcamos). Una justo delante del pueblo, y que también sirve como pequeño puerto. Y otras dos que están como a diez minutos andando por un caminito que recorre la colina que se baña en el mar. Son dos calas, un mayor que otra, pero las dos son bastante pequeñas. Sinceramente: nos esperábamos más de estas playitas. El agua es caliente, como te imaginabas, pero no es cristalina como deseabas. Todavía no he visto un mar como el de Formentera, y también estuve hace unos años en la República Dominicana. Así que espero que el Caribe colombiano me muestre algo más en este aspecto.






Prácticamente la única calle asfaltada del pueblo es el diminuto paseo marítimo que está frente a la primera playa. Las calles son de tierra y piedras, y muchas de ellas están sin iluminar. Hay decenas de perros callejeros, escuálidos, tirados a la sombra, que no son capaces ni de menearse. Parecen soldados muertos en un campo de batalla. Y también hay muchas gallinas, gallos y hasta pavos. Todos éstos no paran de pasearse por las calles interiores del pueblo y los tienes a veces que sortear.






Nos hemos informado y ya hemos elegido sitio para realizar el curso de submarinismo . Tiene muy buena pinta. ésta era la razón principal de pasar por este lugar. Es uno de los lugares más baratos del mundo para hacer el curso que da el permiso internacional de submarinismo. Y encima lo vamos a hacer en el Parque Tayrona, en una playa virgen que se encuentra dentro de la reserva natural. Visitar este lugar era el otro objetivo que teníamos por esta zona, así que lo vamos a combinar el un curso de cuatro días y tres noches. Parece perfecto. El lunes lo empezaremos, y a partir de mañana (domingo) ya nos dejan dormir en su escuela (tienen varias habitaciones con camas y baños), antes de partir el martes hacia las playas donde nos sumergiremos. Todo el mundo nos cuenta que la experiencia es apasionante, y la verdad es que parecen todos muy profesionales. Estamos muy contentos.

Merienda-cena en la terraza del apartamento. Con la invasión a la escuela, ya va a ser nuestra última noche (la segunda). Cojonuten. Todo lo que nos ahorremos en sobar, bienvenido sea.  Salimos de parranda los chicos. Anita se queda descansando. La noche vuelve a ser muy divertida. Aquí hay marcheta, al menos los viernes y sábados. Mirador otra vez, pero luego seguimos la fiess en un hostal con piscina y todo. Coincidimos con los chicos jóvenes de la escuela de buceo; parecen buena gente y son simpáticos. Hay un grupo de chicas monas. A los pocos minutos caemos en que son todas lumis. Pero no hay ningún tipo de mal ambiente en la fiestuki. Para nada. La gente se lo pasa de mal y nosotros también.

Taganga vive de eso. De gente como nosotros, de los turistas. Que comemos y bebemos en su garitos, y que hacemos las movidas del submarinismo. Y por la droga. De eso también vive. Porque por las noches no paran de ofrecerte marihuana, éxtasis y cocaína. A veces recuerda a Amsterdam.

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