domingo, 30 de octubre de 2011

Día 24: Capurganá


Vamos a dejar el tema clarito desde el principio: Capurganá es la polla. Esto sí que es el Caribe, señoras y señores. Aunque llegar hasta aquí no es moco de pavo, a no ser que pilles un pequeño avión que debe de volar hasta aquí como una vez por semana, pero obviamente es más caro. Y es que el viajecito de dos horas en lancha desde Turbo es de traca. Agüita que vienen saltos. Jooodo, si me quejaba del traqueteo máximo del coche de ayer, los botes que nos hemos metido en el barquito son de otra competición. No he echado por mi gaznate el croissant del desayuno de puro milagrito. La última media hora he sufrido y bastante. El cabrón del Piña descojonao de mí, y yo sin hablar y concentrado, cerrando los ojos y tó. Yo, y lo que vienen siendo los barcos en general y su meneo en particular, no nos hemos llevado nunca nada bien.


Este sitio es genial. Un pequeño pueblecito, de bajitas casas de colores, hechas en su mayoría de madera, rodeado de una verde y espesa jungla, y bañado por un limpio, transparente y cálido mar. Una delicia. Todas las calles son humildes, pero bonitas. La gente es simpática, y en su gran mayoría, todos son negros. Por aquí no hay casi blancos ni indígenas; esto debe de tener más aspectos en común con Jamaica que con Colombia.

Vamos a pasar por aquí unos días muy ricos, tiene toda la pinta. Y queremos aprovechar y hacer excursiones por toda la zona, porque debe de haber bastante tema por aquí cerca. Me alegro mucho de haber llegado hasta Capurganá, final de Colombia. 














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