lunes, 28 de mayo de 2012

D'ias 112-114: Valpara'iso y finde en la playa

Despu'es de pasar cuatro d'ias en la capital, fuimos a Valpara'iso en bus para conocerlo durante un d'ia. Sus casitas de colores colgadas en una colina frente al mar, justo encima del puerto, es lo m'as bonito de ese lugar. Paseamos, comimos, bebimos, y nos dimos cuenta de que algo raro pasaba all'i, porque pasando unicamente unas horas en ese sitio, conocimos a dos o tres personajes muy peculiares (mu locos), que, obviamente, hab'ian regado (inundado) toda su vida en alcohol. As'i que aunque era viernes y nos hab'ian dicho que la fiesta era muy buena en ese lugar, preferimos pillar otro bus a final de la tarde y plantarnos en poco m'as de una hora en otra localidad costera, donde Ube tiene una preciosa casa. All'i pasamos todo el fin de semana tan ricamente.

Y ahora es cuando, una vez m'as, vuelvo (volvemos) a agradecer efusivamente el trato que nos brindaron Ube, Dami'an y toda la familia de Ube. Qu'e pasote! Nos trataron como reyes. El Equipo est'abamos alucinando constantemente. Nos pegamos todo el finde comiendo y bebiendo exquisiteces. Estaba todo taaaaaan rico! De vez en cuando todav'ia hablamos del pastel de choclo (ma'iz) de la senhora Ube (la madre de Ube). Tremendo. Y de la cantidad desbordante de botellas de vino que abrimos (bueno, Cigala siempre hac'ia los honores, la verdad sea dicha). Fue un festival culinario de 48 horas seguidas en toda regla.

Pero lo mejor, por supuesto, lo que hizo que pas'asemos un finde perfecto, lo que yo no me pod'ia ni imaginar, fue el trato y la hospitalidad que nos dieron todos y cada uno de los miembros de la familia de Ube. Incre'ible. Est'abamos, repiti'endome un poco, en familia, como en casa. Hab'ia un buen rollo con todos que parec'ia imposible que no nos conocieran desde mucho antes. Porque seamos sinceros: no nos conoc'ian de nada, invad'iamos su casa en fin de semana familiar, y lo normal es que alguno sea majo y agradable, pero que otros pasen del tema y no te hagan ni caso (yo, seguramente, hubiera sido de este segundo grupo). Pero en esta familia, todos, hermanas de Ube, maridos de las hermanas, su madre, sus sobrinas, sus amigos, absolutamente todos nos trataron con un carinho tan sincero y espont'aneo que yo creo que no hab'ia sentido antes. Brutal. Por todo ello, y por la cantidad de favores, consejos, ayuda, traslados en coche, invitaciones a cenas, etc, etc, etc, Ube, Dami'an, resto de esa s'uper family chilena, y Diego: millones de gracias. Puede que por darles tantas y tantas veces las gracias, la expresi'on pueda perder su sentido, pero no lo creo, no pienso as'i. En esta vida, lo primero de todo es ser agradecido (siempre y por cualquier cosa), y lo que hizo esta gente, aunque me empenhe d'andole a las teclas, no tiene palabras.

Ninguno nos acordamos del nombre de ese pueblo, no s'e por qu'e, pero todos recordamos perfectamente lo precioso que era ese lugar. Amplias parcelas con bonitas casas en cada una de ellas, justo encima de unos vertiginosos acantilados que eran mojados en sus pies por el brutal Pac'ifico. All'i, al borde del acantilado, 'ibamos por las noches despu'es de cenar. Para m'i, era un lugar especial. Me recordaba a la canci'on de Love of lesbian, 'All'i donde sol'iamos gritar' (pedazo de temazo, por ciertor). Un lugar donde no hab'ia nadie, al l'imite del desfiladero, con el oc'eano debajo rompiendo sus olas sin piedad. Un lugar para ir solo o acompanhado, un lugar para gritar. Para gritar de rabia, de pena o de alegr'ia, pero s'i, definitivamente, para m'i, era el lugar perfecto para gritar.

El murmulo del mar justo debajo, tan cerca, la oscuirdad absoluta que nos rodeaba, y arriba, buah, ah'i arriba estaba el cielo m'as bonito, m'as intenso que he visto en mi vida. Nunca antes hab'ia visto tantas estrellas y con tal intensidad. Si te estirabas un poco, de puntillas, pod'ias alcanzar con la mano alguna de ellas. Estaban tan cerca, estaban tan vivas. Y tampoco se me olvidar'a c'omo se ve'ia la V'ia L'actea. Se diferenciaba en el negro cielo de manera perfecta. Como una gran e iluminada autopista. Como un largo rastro de leche en una inmensa tostada untada de Nocilla.

Gente maravillosa, un lugar precioso y momentos para recordar. En definitiva, un finde de los que no se olvidan. Nunca.

La siguiente aventura tampoco tiene desperdicio. Trata de cinco j'ovenes metidos en una pick-up, recorriendo parte del pa'is, en busca bonitos lugares para acampar. Pero todo ello ser'a en el pr'oximo post. Ahora me voy corriendo a comer algo, porque son las 14.13 y a las 15.00 tenemos que pillar un taxi que nos lleva a la estaci'on de buses que debe de estar como a una hora del centro de la ciudad. Ah, s'i: estamos en Yang'on (otrora Rang'un), antigua capital de Myanmar (otrora Birmania). Un lugar fascinante, diferente a todo lo dem'as, anclado en el pasado y dominado bajo el yugo de una jodida dictadura. Otro mundo, otras historias. Pero, de momento, no toca hablar de ello. Continuar'a...






domingo, 27 de mayo de 2012

D'ias 108-111: Santiago de Chile

Cogemos el vuelo que ten'iamos programado de Buenos Aires a Santiago de Chile. Cortito, f'acil, al pie. Y all'i mismo, en el aeropuerto, nos reciben y nos recogen en coche el gran Cigala y su padre Dami'an. Para quien no le conozca, el Cigala es Diego Ci'ercoles, un amigo nuestro de Zaragoza que est'a pasando una temporada en Chile con su padre, que reside en Santiago desde hace ya unos anhitos.

Lo mejor de los 16 d'ias que pasamos en Chile, fue, sin duda, reencontrarnos con Diego. Y eso que Chile es otro grand'isimo pa'is, sorprendentemente desconocido para much'isima gente, pero despu'es de m'as de quince semanas de viaje, volver a estar con un colega de tu ciudad, no tiene comparaci'on, no hay rival. Fue una ilusi'on tremenda y lo pasamos genial todos juntos. Como siempre.

En Santiago de Chile estuvimos comod'isimos desde el primer momento, y gracias a los consejos de Dami'an, pudimos ver todo lo destacable de la ciudad en tan s'olo tres d'ias. Me gust'o. Es una ciudad donde puedes vivir muy a gusto si eres capaz de mont'artelo un poco bien. Y como gran ciudad que es, puedes encontrar casi de todo si sabes c'omo y d'onde buscarlo.

El segundo d'ia de estar all'i, fue uno de los m'as divertidos de todo el viaje. Se puede titular como: el reencuentro con Cigala. Uno de esos d'ias que empiezas de canhas a la una de la tarde, tranquilamente, y sin saber c'omo, acabas volviendo a casa a las siete de la manhana y con dolor de mand'ibula de las risas que te has echado. Adem'as, y no es poca cosa, ese d'ia estuvimos en un gran lugar (recomendado por Dami'an) llamado La Piojera. Un antro de a los que nosotros nos pirran: bizarro, castizo (ya me entend'eis), popular, aut'entico. Hab'ia muchos viejos locales con unas tajas de impresi'on, hab'ia alg'un guiri como nosotros, hab'ia pseudo mariachis animando el cotarro, hab'ia viejunas cachondas bailando y dando el cante... Lo ten'ia todo. Y ten'ia, sobre todo, los Terremotos! Una especie de cocktail, por llamarlo de alguna manera, t'ipico de Chile, que cuando te has bebido el segundo, ya no sabes si es de d'ia o de noche, si tienes diez dedos en los pies, o si est'as en Chile o en una tasca de Zaragoza. Por supuesto, ya sabemos prepararlos, y habr'a que preparar unas rondas en cuanto volvamos a Espanha. En fin, insisto: lo pasamos pipa, fue una jornada memorable, y a m'i ese d'ia y ese garito no se me van a olvidar nunca.

Por cierto, y ahora que lo recuerdo, ese d'ia, esa misma tarde, mientras est'abamos gozando en La Piojera, hubo un terremoto en Santiago de Chile. Un se'ismo de grado 6.7 (creo), del cual no tuvimos ni noci'on. El primer terremoto de verdad que sufro en mi vida y ni me entero. Y no ser'ia el 'ultimo que sufrimos en este viaje, ya que en M'exico DF sufrimos uno a'un mayor. Aunque, por diferentes motivos,  tampoco nos enteramos...

De Santiago recuerdo m'as cosas, como los perritos calientes con de todo que nos clav'abamos, t'ipicos de all'i. Recuerdo una cena en casa de Dami'an, la primera noche, con Diego (claaaaro) y con Ube, la pareja de Dami'an. As'i a bote pronto, fue la mejor cena de todo el viaje. Est'abamos emocionados, parec'ia que no hab'iamos comido en tres d'ias, y eso que en Argentina comimos muy bien. Pero es que el sushi estaba buen'ismo, y volver a comer jam'on de verdad fue casi org'asmico... Y encima todo invitado por ellos! Una gozada. De Santiago tambi'en habr'ia que destacar el hostel en el que nos hosped'abamos: ten'ia piscina! El primero y 'unico hasta ahora. Adem'as, hab'ia un gran ambiente all'i, y todos los d'ias se preparaban bien gordas por la noche. Muy diver, con su bar en la pisci, su ping-pong y con bien de gente joven de cualquier parte del mundo. Otra movida t'ipica de Santiago es irte a un 'caf'e con piernas'. Sounds good, uh? B'asicamente, son baretos oscuros donde t'u vas a tomarte tu cafelito (o lo que sea) a cualquier hora del d'ia, y mientras te lo tomas, unas simp'aticas muchachas bailan delante de ti en pelotas (en bragas, precisando un poco m'as). Lo m'as gracioso es que debimos de elegir el m'as infame de toda la ciudad: s'olo hab'ia una chica bailando en ese momento, y era una brasuca, negr'isima, de unos 100 kilogramos de peso que parec'ia Godzilla. Nos bebimos el caf'e en un minuto, y mientras nuestro es'ofago ard'ia de dolor, nos piramos de all'i corriendo.

Hubo de todo esos d'ias, pero sobre todo, muchas, muchas risas, y muy buenos momentos.



miércoles, 23 de mayo de 2012

D'ias 101-107: road movie

El lunes en Pinamar alquilamos un coche para una semana entera. Ten'iamos que devolverlo en el mismo lugar siete d'ias despu'es. El objetivo principal era llegar hasta Calafate, para ver el Perito Moreno, y antes y despu'es de ello, conocer todo lo que nos diese tiempo. Por qu'e alquilamos un coche? Porque los billetes de avi'on estaban prohibitivos y el viaje en bus tambi'en sal'ia muy caro; adem'as, lo del viaje en coche podr'ia tener su puntillo.

Tuvo su puntillo?? Absolutamente S'I! A d'ia de hoy, seguimos hablando de esa semana en coche por Argentina como una de las mejores experiencias de este largo viaje. Es dif'icil de explicarlo, pero supongo que es un poco como lo del camino Inka. Quiero decir que, cuando sufres un poco (o mucho), cuando las cosas se ponen dif'iciles, al final valoras mucho m'as esos momentos. Y es que lo del coche fue bastante durillo! Como bien dec'ia Pinha, poca gente se habr'a marcado el viaje que nosotros hicimos, y c'omo lo hicimos. Nos pegamos unas aut'enticas palizas conduciendo (creo que fueron m'as de 8000 kil'ometros en 7 d'ias); dorm'iamos en el coche, com'iamos en el coche, viv'iamos all'i. Pero mol'o mucho. En mi humilde opini'on, creo que lo conseguimos hacer gracias a la m'usica. As'i como suena. Si no llegamos a comprar el cable para conectar al coche los Ipods de Anitosss y Leoncio, no llegamos. Las canciones eran nuestra gasolina.

Y es que los turnos de conducci'on eran largu'isimos. Nos peg'abamos todo el d'ia haciendo kil'ometros, d'ia y noche, haciendo turnos de dos en dos para sobar, aunque realmente est'abamos despiertos casi todo el rato los cuatro. Porque s'i, sobar en un coche pequenho y lleno de cosas, es jodido.

El coche, un Chevrolet muy parecido a un Opel Astra de hace unos anhos, era nuestra casa, nuestra celda en algunos momentos. Y daba bastante que hablar, por decirlo finamente. Parec'ia una leonera. Cajas de galletas, botellas vac'ias, fruta podrida, botes de champ'u, millones de migas, rastros de arena, pelos de toda procedencia, colillas acumuladas, calcetines (horror!), chanclas, libros, gafas, gorras, kleenex... Y un mapa (muy b'asico) de carreteras de Argentina. Cualquier objeto de toda esa lista pod'ia aparecer en cualquier momento detr'as de tu oreja, debajo de tu culo, o rond'andote los pies. Creamos un microcosmos con vida propia, y en tan s'olo unas horas, el veh'iculo y nosotros nos fundimos en un mismo ser. Siempre hab'iamos sido el 'unico y mismo ser. Y as'i lo 'ibamos a seguir siendo hasta los pr'oximos siete (brutalmente aprovechados) d'ias.

Hay decenas de an'ecdotas que nos vienen a la mente sobre esa semana. Como cuando nos perdimos una noche en mitad de un pueblo y no hab'ia ni un alma trabajando o dando un paseo para poder preguntar. Sin GPS y sin zoora idea de c'omo seguir, deambulamos como yonkies por la ciudad, hasta que unos chavales nos pudieron indicar el camino a seguir. En otra ocasi'on, una manhana, encontramos una gasolinera que ten'ia servicios con duchas. Era nuestra salvaci'on. Precarios y asquerosos banhos, dignos de pel'icula norteamericana, pero que nos dieron la vida. Nos escapamos de la gasolinera sin pagar las duchas: consideramos que pagar por la gasofa ya era suficiente. Y hablando de duchas necesarias... El olor. El olor a Humanidad que hab'ia en ciertos momentos ah'i dentro tambi'en es recordado a menudo. Entre el calorazo veraniego que hac'ia, la falta de un buen aire acondicionado, la escasez de higiene, y que ten'iamos el desodorante menos efectivo y con peor olor de la historia de los seres humanos, el coche apestaba a macho alfa dominante a raudales. Las tertulias manhaneras que manten'iamos los chicos sobre el grado de hedor de nuestros sobacos, al despertar banhados en sudor con todo el solaco en la cara, eran dignas de recogerlas todas ella en una revista cient'ifica. S'i, Anita estaba encantada. Gozando m'aximo.

Y, como 'ultima an'ecdota, no se me puede olvidar comentar un hecho muy bizarro que nos pas'o a Leo y a m'i. Y es que esos d'ias pas'o de todo: vimos un ovni. UFO, en ingl'es. Los marcianicos, vamos. Una manhana, poco despu'es del amanecer, Leo conduc'ia y yo 'pinchaba' temazos a su lado. Anita y Javi retozaban, y hasta roncaban (qu'e capacidad), en la parte de detr'as. And de repens: una luz muy azul, intensa, de forma dif'icil de definir, pas'o volando, muy r'apido, por encima de nosotros, en direcci'on hacia donde segu'ia la carretera. Flipamos. Nos miramos, y nos preguntamos qu'e carajo hab'ia sido eso. Lo 'unico factible que se me ocurr'ia es que una pequenha avioneta estaba en llamas e iba camino de estrellarse. Pero no parec'ia una avioneta ni de conha, y no encontramos ning'un indicio de accidente en los pr'oximos kil'ometros. Era un puto ovni. Y como suele pasar con estas historietas: all'i qued'o la cosa. Anita y Javi se descojonaron de nuestro relato, claro; pero Leo y yo sabemos lo que vimos. Y tiene sentido, ya que la Patagonia (que es donde est'abamos), es uno de los lugares donde m'as avistamientos se han denunciado desde siempre. Pero si al bueno de Fox Mulder no le hicieron caso con lo pesao que se puso con lo de que la verdad est'a ah'i fuera, a Leo y a m'i, con nuestra lucecica azul, creo que menos.

Ay, la Patagonia. Qu'e lugar. Aqu'i ya vino Charles Darwin y alucin'o con este sitio. Es muy peculiar. Es raro. Especial. Creo que nos cautiv'o a todos. Y no es un paisaje descomunalmente precioso, ni mucho menos. En muchas partes adopta una forma lunar, parece que est'as en otro planeta. Plano. Gris. No hay edificios, ni personas, ni coches. No hay, ni siquiera, 'arboles. Conduces durante horas y horas, y no pod'ias de dejar de sorprenderte por las interminables rectas. Pod'ias estar sin mover el volante ni un mil'imetro durante minutos, muchos minutos! Y a los lados, grandes explandas, cubiertas por rocas, arbustos y matorrales. Sin ning'un indicio de vida. Ah! Exceptuando a los conejos. Los conejos suicidas de la Patagonia. Decenas, cientos de ellos bordeaban constantemente la carretera. Nunca hab'ia visto tantos. Muchos de ellos, de pie, en el arc'en. Otros muchos yac'ian muertos en el asfalto, atropellados. Nosotros matamos cuatro o cinco sin poder evitarlo. Me recordaban a la peli espanhola Intacto. Estaban ah'i, los conejos, al borde de la carretera, para quererla cruzar. Estaban ah'i, al borde de la muerte, ri'endose de ella, como en la peli, jugando con sus vidas para ver qui'en de todoss ellos ten'ia el don de la Suerte, para ver qu'e conejo se manten'ia intacto.

Desde Pinamar fuimos bajando por la costa del Atl'antico, hacia el sur. Pasamos de refil'on por la Pampa. La cantidad ingente de terrenos y ranchos con cientos de vacas por los que pasamos, es imposible de contabilizar. Llegamos hasta la pen'insula Vald'es, 'arido pero bonito lugar. All'i vimos, de lejos, a varios grupos de focas y leones y elefantes marinos. Enormes y pasados de peso bicharracos, a los que les gusta tomarse la vida cnon la calma, en el Rancho Relaxo, y a ser psoible, tomando el Sol en la orilla del mar; pero cuando se enfadan les entra un pronto mu chungo que da miedete. Tambi'en estuvimos a s'olo dos metros de pinguinos. Muy cachondos. Y fotog'enicos. Tambi'en tuvimos la suerte de ver un zorrilo, que baj'o hasta el parking para ver si pillaba algo de papeo. Y a un armadillo. Muy mol'on! El t'io no ten'ia miedo: le llamabas y acud'ia como un perrete, y se pon'ia justo al lado de ti, para que le sacases la fotuqui de rigor. Por suerte, no se presentaron serpientes ni culbras, que deb'ia de haber muchas; y que siga la racha. Lo 'unico malo fue que no era la 'epoca de avistamiento de orcas o ballenas, que era el plato gordo. Estar viendo tranquilamente a los elefantes marinos desde lo alto de la colina, y que s'ubitamente una peazo de orca cabrona salga del mar, y salte a la orilla para comerse al pringao de turno, tiene que ser, sencillamente, acojonante.

Tras ello lleg'o la inmensa y comentada Patagonia, y en ella, nuestro principal objetivo: el Perito Moreno. Que c'omo es? Tremendo. Cuando por fin te acercas lo suficiente, y te pones justo delante, te das cuenta de la verdadera y gigantesca masa de hielo que tienes delante de tu napia. El tamanho impresiona (y s'i importa), pero lo que m'as me impact'o fue el color, y el sonido que desprend'ia. Hab'ia pequenhas partes del glaciar de un color azul intens'isimo que no me esperaba encontrar. Un azul irreal. De mentira. Como de ciencia ficci'on. Partes del glaciar me recordaban al planeta de donde sali'o Superman. Eran igual que esa m'itica peli ochentera. En cualquier momento pod'ia aparecer 'el volando, irrumpiendo desde el interior del glaciar. Y el sonido. El sonido del glaciar despellej'andose. Rasg'andose. Mudando su piel. Un sonido sordo, como un disparo lejano, o algo , muy pesado cayendo al suelo. Pero es dif'icil de explicarlo, de definirlo. Y puede que para cada persona suene de diferente manera. Hay que estar all'i para vivirlo, para de verdad sentirlo. Como todo en esta vida. Pero, os puedo decir, que delante de esa infinita lengua de hielo, te sientes muy pequenhito. Insignificante. Y caduco.

Despu'es del crujido del hielo, nos tocaba volver hacia el norte de nuevo. Rehaciendo parte de la ruta andada, a medio camino giramos hacia el oeste, hacia el interior del pa'is. La meta era llegar a la llamada zona de los lagos, y all'i que fuimos. Pasamos all'i dos noches y otros tantos d'ias, y la verdad es que si hubi'ermos podido nos hubi'ermos quedado m'as, para descansar y gozar. Totalmente diferente a todo lo que hab'iamos visto de Argentina, esto tambi'en era precioso. 'Arboles, r'ios, lagos, montanhas, aire puro... Naturaleza. Recordaba al Pirin'eo en muchos tramos. Y se estaba muy bien. En verano se llena por los lagos, el trekking, la marcha. Y en invierno tambi'en se debe de petar porque hay pistas de esqu'i. Vamos, que si tienes una casita por aqu'i, como en Pinamar, eres una persona afortunada. Y con pesos en la cartera.

Una noche la pasamos en un pueblito llamado El Bols'on, y la otra la pasamos en la conocidad localidad llamada Bariloche. De Bols'on recuerdo el retozar en su parque durante horas y horas; recuerdo con una sonrisa en la cara el banho que nos dimos en el r'io, jug'ando con las ninhas y los ninhos del lugar, moj'andonos y haciendo el indio sin parar; recuerdo la cantidad de mochileros que pasaban por sus calles, y esto se debe a que es un pueblo muy hippie. Hippie de verdad. A la manaha siguiente fuimos al mercado que montaban todos los findes, y yo flipaba viendo a muchas familias enteras montando sus puestos, produciendo sus quesos caseros (uuuuuummmm!!!!), y que pareci'an reci'en llegados de Woodstock. Muy aut'enticos.

De Bariloche recuerdo sus preciosos lagos, el picnic que montamos en uno de ellos, el banho que 'estos se dieron, porque yo no tuve ganas (ni pelotas) esta vez de meterme. Es una zona muy, muy bonita, y nos alegramos mucho de haber hecho el esfuerzo de haber llegado hasta all'i, aunque s'olo fuera para pasar dos d'ias. Pero mereci'o la pena. Fue un gran viaje. Cojonudo. Despu'es de ello ya tuvimos que volver hacia Pinamar, para llegar el lunes por la manaha a tiempo y no tener que pagar ni un duro m'as.

Nos quedamos con ganitas de ver m'as cosas, como Rosario, o como la zona de bodegas de Mendoza. Pero no hab'ia plata para trasladarnos a todos esos lugares. As'i que, como en Buenos Aires, quedan cositas pendientes en m'as lugares de este inmenso  y apasionante pa'is. Tendremos que volver. Yo s'e, estoy seguro, y ya lo he dicho, de que voy a volver. Porque el pa'is, sus tierras, es importante. Pero lo que cuenta, lo que de verdad importa, es la gente que vive en 'el. Y, grata sorpresa para m'i, he conocido a muchas personas realmente encantadoras, con las que he pasado grandes momentos, tanto en Argentina como en Brasil. Pero 'esas, las de Brasil, son otras historias m'as lejanas...

Ahora toca, nada m'as y nada menos, Chile. Chile!! Sonr'io (de nuevo) s'olo con pensarlo. Y es que, qu'e bien nos trataron en Chile!!!





domingo, 20 de mayo de 2012

D'ias 98-100: Pinamar

El d'ia 30 de Diciembre nos pillamos un bus para llegar hasta la costa del Atl'antico, a Pinamar, uno de los lugares favoritos de los portenhos para pasar sus navidades y vacaciones de verano, que para ellos es lo mismo.

La idea, sencillamente, era comenzar el anho 2012 en la playa, ni m'as ni menos. Nunca antes me hab'ia despertado (o acostado) el d'ia 1 de Enero con calorcito, en la playa, cerca del mar. Era un pequenho suenho, uno m'as de los muchos objetivos de este viaje; y se cumpli'o.

Durante estos tres d'ias en la costa hac'ia un caloraco de pelotas, pero se llevaba mejor que en el asfalto de Buenos Aires. Y, adem'as, Pinamar es una localidad muy agradable, con muchas casitas (y casoplones) con jard'in; la verdad es que el que tiene all'i un chalete ha triunfado como la Coca Cola. Pero lo m'as resenhable de nuestra estancia all'i, fueron otras dos cosas. La primera es que nos pusimos de comer carne hasta las tetas. Qu'e festines! Ten'iamos una pequenha barbacoa en el jard'in, y nos pegamos los tres d'ias comiendo bif'e de lomo y chorizos argentinos sin parar. Llegar a casa de fiesta a las siete in the morning, y en lugar de comerte el cl'asico sandwich de pan Bimbo con mortadela y mayonesa, te clavas entre pecho y espalda ese trozo de carne exquisita, no tiene precio.

Y la otra cosa por la que no me olvidar'e nunca de Pinamar, es por el banho en pelotas que nos pegamos Javi y yo en el Atl'antico el 31 por la noche, o, mejor dicho, el d'ia 1 por la manhana (precisi'on terminol'ogica, rigor conceptual). S'i, ya veis qu'e parida, pero si yo fui a la playa a pasar la Nochevieja era exclusivamente para eso: para banharme esa noche en el oc'eano. Fue genial. Javi y yo en calzones, banh'andonos, haciendo el tonto, y Anita y Leo flipando desde la orilla. Era de noche y de repente se hizo de d'ia. Salimos del mar y 'estos ya se hab'ian pirado a casa, hasta la p'o de esperarnos. S'olo recuerdo el fr'io extremo que pas'e dentro de ese agua glaciar. Recuerdo que nuestros miembros viriles estaban al l'imite, y que mis test'iculos eran, literalmente, canicas. Y es que c'omo sufro con el agua fr'ia, qu'e mal lo llevo! Pero tambi'en recuerdo las risas que nos echamos; yo no me pod'ia parar de reir y ni s'e por qu'e. Recuerdo que me fui a casa muy contento, y que me acost'e muy feliz. Eso s'i: antes de mimir, call'o otra raci'on de carnaza. Porque s'i, porque nosotros lo valemos.