miércoles, 23 de mayo de 2012

D'ias 101-107: road movie

El lunes en Pinamar alquilamos un coche para una semana entera. Ten'iamos que devolverlo en el mismo lugar siete d'ias despu'es. El objetivo principal era llegar hasta Calafate, para ver el Perito Moreno, y antes y despu'es de ello, conocer todo lo que nos diese tiempo. Por qu'e alquilamos un coche? Porque los billetes de avi'on estaban prohibitivos y el viaje en bus tambi'en sal'ia muy caro; adem'as, lo del viaje en coche podr'ia tener su puntillo.

Tuvo su puntillo?? Absolutamente S'I! A d'ia de hoy, seguimos hablando de esa semana en coche por Argentina como una de las mejores experiencias de este largo viaje. Es dif'icil de explicarlo, pero supongo que es un poco como lo del camino Inka. Quiero decir que, cuando sufres un poco (o mucho), cuando las cosas se ponen dif'iciles, al final valoras mucho m'as esos momentos. Y es que lo del coche fue bastante durillo! Como bien dec'ia Pinha, poca gente se habr'a marcado el viaje que nosotros hicimos, y c'omo lo hicimos. Nos pegamos unas aut'enticas palizas conduciendo (creo que fueron m'as de 8000 kil'ometros en 7 d'ias); dorm'iamos en el coche, com'iamos en el coche, viv'iamos all'i. Pero mol'o mucho. En mi humilde opini'on, creo que lo conseguimos hacer gracias a la m'usica. As'i como suena. Si no llegamos a comprar el cable para conectar al coche los Ipods de Anitosss y Leoncio, no llegamos. Las canciones eran nuestra gasolina.

Y es que los turnos de conducci'on eran largu'isimos. Nos peg'abamos todo el d'ia haciendo kil'ometros, d'ia y noche, haciendo turnos de dos en dos para sobar, aunque realmente est'abamos despiertos casi todo el rato los cuatro. Porque s'i, sobar en un coche pequenho y lleno de cosas, es jodido.

El coche, un Chevrolet muy parecido a un Opel Astra de hace unos anhos, era nuestra casa, nuestra celda en algunos momentos. Y daba bastante que hablar, por decirlo finamente. Parec'ia una leonera. Cajas de galletas, botellas vac'ias, fruta podrida, botes de champ'u, millones de migas, rastros de arena, pelos de toda procedencia, colillas acumuladas, calcetines (horror!), chanclas, libros, gafas, gorras, kleenex... Y un mapa (muy b'asico) de carreteras de Argentina. Cualquier objeto de toda esa lista pod'ia aparecer en cualquier momento detr'as de tu oreja, debajo de tu culo, o rond'andote los pies. Creamos un microcosmos con vida propia, y en tan s'olo unas horas, el veh'iculo y nosotros nos fundimos en un mismo ser. Siempre hab'iamos sido el 'unico y mismo ser. Y as'i lo 'ibamos a seguir siendo hasta los pr'oximos siete (brutalmente aprovechados) d'ias.

Hay decenas de an'ecdotas que nos vienen a la mente sobre esa semana. Como cuando nos perdimos una noche en mitad de un pueblo y no hab'ia ni un alma trabajando o dando un paseo para poder preguntar. Sin GPS y sin zoora idea de c'omo seguir, deambulamos como yonkies por la ciudad, hasta que unos chavales nos pudieron indicar el camino a seguir. En otra ocasi'on, una manhana, encontramos una gasolinera que ten'ia servicios con duchas. Era nuestra salvaci'on. Precarios y asquerosos banhos, dignos de pel'icula norteamericana, pero que nos dieron la vida. Nos escapamos de la gasolinera sin pagar las duchas: consideramos que pagar por la gasofa ya era suficiente. Y hablando de duchas necesarias... El olor. El olor a Humanidad que hab'ia en ciertos momentos ah'i dentro tambi'en es recordado a menudo. Entre el calorazo veraniego que hac'ia, la falta de un buen aire acondicionado, la escasez de higiene, y que ten'iamos el desodorante menos efectivo y con peor olor de la historia de los seres humanos, el coche apestaba a macho alfa dominante a raudales. Las tertulias manhaneras que manten'iamos los chicos sobre el grado de hedor de nuestros sobacos, al despertar banhados en sudor con todo el solaco en la cara, eran dignas de recogerlas todas ella en una revista cient'ifica. S'i, Anita estaba encantada. Gozando m'aximo.

Y, como 'ultima an'ecdota, no se me puede olvidar comentar un hecho muy bizarro que nos pas'o a Leo y a m'i. Y es que esos d'ias pas'o de todo: vimos un ovni. UFO, en ingl'es. Los marcianicos, vamos. Una manhana, poco despu'es del amanecer, Leo conduc'ia y yo 'pinchaba' temazos a su lado. Anita y Javi retozaban, y hasta roncaban (qu'e capacidad), en la parte de detr'as. And de repens: una luz muy azul, intensa, de forma dif'icil de definir, pas'o volando, muy r'apido, por encima de nosotros, en direcci'on hacia donde segu'ia la carretera. Flipamos. Nos miramos, y nos preguntamos qu'e carajo hab'ia sido eso. Lo 'unico factible que se me ocurr'ia es que una pequenha avioneta estaba en llamas e iba camino de estrellarse. Pero no parec'ia una avioneta ni de conha, y no encontramos ning'un indicio de accidente en los pr'oximos kil'ometros. Era un puto ovni. Y como suele pasar con estas historietas: all'i qued'o la cosa. Anita y Javi se descojonaron de nuestro relato, claro; pero Leo y yo sabemos lo que vimos. Y tiene sentido, ya que la Patagonia (que es donde est'abamos), es uno de los lugares donde m'as avistamientos se han denunciado desde siempre. Pero si al bueno de Fox Mulder no le hicieron caso con lo pesao que se puso con lo de que la verdad est'a ah'i fuera, a Leo y a m'i, con nuestra lucecica azul, creo que menos.

Ay, la Patagonia. Qu'e lugar. Aqu'i ya vino Charles Darwin y alucin'o con este sitio. Es muy peculiar. Es raro. Especial. Creo que nos cautiv'o a todos. Y no es un paisaje descomunalmente precioso, ni mucho menos. En muchas partes adopta una forma lunar, parece que est'as en otro planeta. Plano. Gris. No hay edificios, ni personas, ni coches. No hay, ni siquiera, 'arboles. Conduces durante horas y horas, y no pod'ias de dejar de sorprenderte por las interminables rectas. Pod'ias estar sin mover el volante ni un mil'imetro durante minutos, muchos minutos! Y a los lados, grandes explandas, cubiertas por rocas, arbustos y matorrales. Sin ning'un indicio de vida. Ah! Exceptuando a los conejos. Los conejos suicidas de la Patagonia. Decenas, cientos de ellos bordeaban constantemente la carretera. Nunca hab'ia visto tantos. Muchos de ellos, de pie, en el arc'en. Otros muchos yac'ian muertos en el asfalto, atropellados. Nosotros matamos cuatro o cinco sin poder evitarlo. Me recordaban a la peli espanhola Intacto. Estaban ah'i, los conejos, al borde de la carretera, para quererla cruzar. Estaban ah'i, al borde de la muerte, ri'endose de ella, como en la peli, jugando con sus vidas para ver qui'en de todoss ellos ten'ia el don de la Suerte, para ver qu'e conejo se manten'ia intacto.

Desde Pinamar fuimos bajando por la costa del Atl'antico, hacia el sur. Pasamos de refil'on por la Pampa. La cantidad ingente de terrenos y ranchos con cientos de vacas por los que pasamos, es imposible de contabilizar. Llegamos hasta la pen'insula Vald'es, 'arido pero bonito lugar. All'i vimos, de lejos, a varios grupos de focas y leones y elefantes marinos. Enormes y pasados de peso bicharracos, a los que les gusta tomarse la vida cnon la calma, en el Rancho Relaxo, y a ser psoible, tomando el Sol en la orilla del mar; pero cuando se enfadan les entra un pronto mu chungo que da miedete. Tambi'en estuvimos a s'olo dos metros de pinguinos. Muy cachondos. Y fotog'enicos. Tambi'en tuvimos la suerte de ver un zorrilo, que baj'o hasta el parking para ver si pillaba algo de papeo. Y a un armadillo. Muy mol'on! El t'io no ten'ia miedo: le llamabas y acud'ia como un perrete, y se pon'ia justo al lado de ti, para que le sacases la fotuqui de rigor. Por suerte, no se presentaron serpientes ni culbras, que deb'ia de haber muchas; y que siga la racha. Lo 'unico malo fue que no era la 'epoca de avistamiento de orcas o ballenas, que era el plato gordo. Estar viendo tranquilamente a los elefantes marinos desde lo alto de la colina, y que s'ubitamente una peazo de orca cabrona salga del mar, y salte a la orilla para comerse al pringao de turno, tiene que ser, sencillamente, acojonante.

Tras ello lleg'o la inmensa y comentada Patagonia, y en ella, nuestro principal objetivo: el Perito Moreno. Que c'omo es? Tremendo. Cuando por fin te acercas lo suficiente, y te pones justo delante, te das cuenta de la verdadera y gigantesca masa de hielo que tienes delante de tu napia. El tamanho impresiona (y s'i importa), pero lo que m'as me impact'o fue el color, y el sonido que desprend'ia. Hab'ia pequenhas partes del glaciar de un color azul intens'isimo que no me esperaba encontrar. Un azul irreal. De mentira. Como de ciencia ficci'on. Partes del glaciar me recordaban al planeta de donde sali'o Superman. Eran igual que esa m'itica peli ochentera. En cualquier momento pod'ia aparecer 'el volando, irrumpiendo desde el interior del glaciar. Y el sonido. El sonido del glaciar despellej'andose. Rasg'andose. Mudando su piel. Un sonido sordo, como un disparo lejano, o algo , muy pesado cayendo al suelo. Pero es dif'icil de explicarlo, de definirlo. Y puede que para cada persona suene de diferente manera. Hay que estar all'i para vivirlo, para de verdad sentirlo. Como todo en esta vida. Pero, os puedo decir, que delante de esa infinita lengua de hielo, te sientes muy pequenhito. Insignificante. Y caduco.

Despu'es del crujido del hielo, nos tocaba volver hacia el norte de nuevo. Rehaciendo parte de la ruta andada, a medio camino giramos hacia el oeste, hacia el interior del pa'is. La meta era llegar a la llamada zona de los lagos, y all'i que fuimos. Pasamos all'i dos noches y otros tantos d'ias, y la verdad es que si hubi'ermos podido nos hubi'ermos quedado m'as, para descansar y gozar. Totalmente diferente a todo lo que hab'iamos visto de Argentina, esto tambi'en era precioso. 'Arboles, r'ios, lagos, montanhas, aire puro... Naturaleza. Recordaba al Pirin'eo en muchos tramos. Y se estaba muy bien. En verano se llena por los lagos, el trekking, la marcha. Y en invierno tambi'en se debe de petar porque hay pistas de esqu'i. Vamos, que si tienes una casita por aqu'i, como en Pinamar, eres una persona afortunada. Y con pesos en la cartera.

Una noche la pasamos en un pueblito llamado El Bols'on, y la otra la pasamos en la conocidad localidad llamada Bariloche. De Bols'on recuerdo el retozar en su parque durante horas y horas; recuerdo con una sonrisa en la cara el banho que nos dimos en el r'io, jug'ando con las ninhas y los ninhos del lugar, moj'andonos y haciendo el indio sin parar; recuerdo la cantidad de mochileros que pasaban por sus calles, y esto se debe a que es un pueblo muy hippie. Hippie de verdad. A la manaha siguiente fuimos al mercado que montaban todos los findes, y yo flipaba viendo a muchas familias enteras montando sus puestos, produciendo sus quesos caseros (uuuuuummmm!!!!), y que pareci'an reci'en llegados de Woodstock. Muy aut'enticos.

De Bariloche recuerdo sus preciosos lagos, el picnic que montamos en uno de ellos, el banho que 'estos se dieron, porque yo no tuve ganas (ni pelotas) esta vez de meterme. Es una zona muy, muy bonita, y nos alegramos mucho de haber hecho el esfuerzo de haber llegado hasta all'i, aunque s'olo fuera para pasar dos d'ias. Pero mereci'o la pena. Fue un gran viaje. Cojonudo. Despu'es de ello ya tuvimos que volver hacia Pinamar, para llegar el lunes por la manaha a tiempo y no tener que pagar ni un duro m'as.

Nos quedamos con ganitas de ver m'as cosas, como Rosario, o como la zona de bodegas de Mendoza. Pero no hab'ia plata para trasladarnos a todos esos lugares. As'i que, como en Buenos Aires, quedan cositas pendientes en m'as lugares de este inmenso  y apasionante pa'is. Tendremos que volver. Yo s'e, estoy seguro, y ya lo he dicho, de que voy a volver. Porque el pa'is, sus tierras, es importante. Pero lo que cuenta, lo que de verdad importa, es la gente que vive en 'el. Y, grata sorpresa para m'i, he conocido a muchas personas realmente encantadoras, con las que he pasado grandes momentos, tanto en Argentina como en Brasil. Pero 'esas, las de Brasil, son otras historias m'as lejanas...

Ahora toca, nada m'as y nada menos, Chile. Chile!! Sonr'io (de nuevo) s'olo con pensarlo. Y es que, qu'e bien nos trataron en Chile!!!





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